Todo inicio es difícil, pero al mismo tiempo emocionante. Supone renuncia, esfuerzo, cambio, horas, crecimiento, estudio, constancia, tolerancia, humildad…
Estoy acostumbrada a hablar cara a cara y —cada vez más— a hacerlo también por estos medios. Pero he de confesarles que hasta hace muy poco me parecía terriblemente frío «ver» a mis interlocutores a través de la pantalla; la misma palabra blog no me hacía feliz… ¡y ni qué decir de bloguero/ra! Pero a fuerza de encontrarme con estos sustantivos en el diccionario, he llegado a tenerles aprecio.
Visto así, como un diario personal, un blog se presiente íntimo, sincero y cálido. Y aquí me tienen, haciendo pinitos como bloguera. Pretendo conversar con ustedes principalmente sobre asuntos de lenguaje y educación; pero no solo lo que a mí se me ocurra, sino lo que ustedes quieran sugerir. Porque de eso se trata, ¿verdad?… de generar una conversación, no un monólogo.